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TECNITRANSLATIONS, AL DESCUBIERTO: SECRETOS DE UNA INTÉRPRETE INVISIBLE

Quiero aprovechar este artículo para compartirles una tercera edición de “Tecnitranslations, al descubierto”.

Personalmente, me encantan estas entrevistas porque, aunque no lo crean, incluso yo mismo llego a aprender y conocer mucho más de las personas con las que trabajo y lo que hacen en su día a día.

Hoy, vamos a adentrarnos en la profesión de interpretar, y les contaremos desde de qué se trata, cuáles modalidades existen, y cuándo se necesita, hasta una que otra divertida anécdota.

No quiero “desaprovechar” más párrafos, ya que la entrevista que le hicimos a María Gabriela tiene mucho más peso que cualquier otra cosa que pueda yo escribirles. Pero sí quería comentarles que es una persona con muchísima pasión y experiencia en el campo de la interpretación, y una gran profesional, que en lo personal, admiro enormemente.

¡Los dejo con las palabras de nuestra querida Gaby!

 

1.Contanos, ¿en qué consiste el trabajo del intérprete?

Según la Real Academia Española, un intérprete es una «persona que explica a otras, en lengua que entienden, lo dicho en otra que les es desconocida». El trabajo de intérprete es lo más fascinante que existe. Alguna vez escuché que uno tiene que procurar que su vocación sea su vacación, y ese, afortunadamente, es mi caso. Interpretar pareciera que no es más que decir algo en otro idioma, pero es mucho más que eso. Es ser el enlace entre lenguas y entre culturas. No se trata únicamente de hablar los idiomas que se están traduciendo, es entender el alma de cada idioma, es sentir en esa otra lengua que no es la propia. Es facilitar la comunicación y el entendimiento entre los pueblos. Para mí, es una pasión. Un intérprete se desempeña en escenarios siempre distintos, con temas siempre diferentes, lo que lo hace un trabajo muy versátil y muy interesante. Constantemente estamos aprendiendo sobre múltiples temas.

2. ¿Cuáles son las modalidades de interpretación que existen? Comentanos un poco acerca de los retos de cada una. ¿Hay alguna que sea más difícil que la otra?

Existen diferentes modalidades de interpretación. Las más conocidas son la simultánea, la consecutiva, el susurro, interpretación en LESCO, y ahora, por la situación de todos conocida, existe la interpretación remota. Cada una de estas modalidades conlleva su propia complejidad y para todas se requiere mantener la objetividad, la imparcialidad y el aplomo. Es muy importante en cualquiera de los casos no perder la concentración y recordar además que el intérprete debe ser “invisible”. En el caso de la interpretación simultánea, hay que escuchar y entender en un idioma, hablar en otro, y seguir escuchando el audio original a fin de no perder el hilo de lo que se está diciendo. La ventaja de esta modalidad es que no se pierde tiempo, al contrario de la interpretación consecutiva en la que el orador habla, luego se detiene, y entonces el intérprete reproduce el mensaje en el otro idioma. De esta manera, se tarda el doble para todo. El susurro consiste en colocarse detrás de la persona que recibe el servicio y susurrar lo que el orador está diciendo. Se usa en grupos pequeños y a veces resulta un poco incómodo. El LESCO, que también es simultáneo, consiste en reproducir el mensaje para las personas con problemas de audición, pero usualmente es en el mismo idioma. Y la modalidad que está de loca moda, cortesía de la COVID-19, es la interpretación simultánea remota. Como su nombre lo dice, consiste en interpretar de manera remota. Todos los involucrados, incluyendo a quienes realizan la interpretación, se encuentran en diferentes lugares, incluso en diferentes países. La dificultad de este sistema es que muchas veces uno no ve al orador, que es una parte muy importante de la interpretación para entender y transmitir el mensaje con claridad. Al intérprete tampoco lo ven, por lo que quien habla muy frecuentemente se olvida de que su mensaje se está transmitiendo a otro idioma y el orador tiende entonces a hablar demasiado rápido, complicándonos la labor. Existe también la dificultad de que dependemos de la tecnología, la cual muchas veces falla. Se cae la señal de Internet o se va la corriente… y eso no pasa solo en nuestro Tercer Mundo. Muchas veces la señal desde países más desarrollados también nos juega bromas pesadas. Igual, debo admitir que esta modalidad remota nos salvó el oficio y el pan nuestro de cada día. De lo contrario, no habríamos podido seguir trabajando. Fue la tabla de salvación y funciona maravillosamente bien, claro, mientras no se caiga la señal.

Yo diría que no hay ninguna modalidad que sea más difícil que otra. Cada una tiene sus pros y contras, pero mi preferida es la simultánea, presencial o remota, no importa.

3. ¿Cuáles son los eventos en los que más te gusta participar como intérprete?

En realidad no tengo grandes preferencias por ningún tema. Los temas sobre economía son sumamente complejos. No me encantan, que digamos. La interpretación legal en juicios es sumamente estresante, por lo que tampoco la pondría en primer lugar. Si debo escoger un tema, me inclino por los temas médicos. Los congresos y charlas de temas médicos y científicos realmente me gustan, pero en términos generales, se puede decir que soy “todo terreno”. Nunca he rechazado un trabajo por el tema. Además, en nuestro medio, como es pequeño, es difícil y poco rentable especializarse en un solo tema.

4. ¿Te ha tocado conocer o trabajar para algún alto funcionario o personalidad de renombre durante alguna sesión? ¿Tenés algunos ejemplos?

En este oficio, toca andar en muchos escenarios y contextos. He estado en una construcción con un martillo hidráulico con mucho barro, en una plantación mostrando cómo hacer abono orgánico y resulta que yo le tengo terror a las lombrices (esa vez casi me da un infarto). Y también, a veces toca andar en las “altas esferas”. He tenido oportunidad de interpretar para los presidentes de Costa Rica: Abel Pacheco, Oscar Arias Sánchez, Laura Chinchilla, Luis Guillermo Solís y Carlos Alvarado. He estado con ministros de estado, tanto de Costa Rica como de otros países, altos funcionarios del FMI, de la OCDE, de la OPS y de la OMS. En una ocasión me tocó trabajar con Philippe Cousteau, nieto del famoso oceanógrafo Jacques Cousteau. Cuando la Sra. Hillary Clinton vino al país también estuve ahí. En fin, en este trabajo tan variado tiene uno la oportunidad de conocer a muchísimas personas muy interesantes, de todas las esferas y niveles.

5. ¿Cuáles serían tus consejos para lograr una sesión de interpretación exitosa?

Creo que el éxito en la interpretación consiste en darle a cada sesión, a cada reunión, a cada cliente, un trato especial. Se debe dar a cada evento su lugar único, como si fuera el primero… o como si fuera el último… Como consejo les diría: jamás perder la pasión.

6. ¿Por último, ¿alguna anécdota divertida o curiosa de tu trabajo que querás compartirnos?

Una de las lecciones más importantes de mi carrera como intérprete me la dio el Lic. Rodrigo Carazo Odio, quien fue Presidente de la República de 1978 a 1982. Siendo ya expresidente, me tocó trabajar en una reunión en la que él era el orador. Me iniciaba yo en este oficio. Era cuando llevábamos a las reuniones nuestros diccionarios en físico. Nos tocaba cargar aquellos librotes, a veces sobre diferentes temas para poder hacer frente a las reuniones. Ahora nos salvamos porque los diccionarios están en línea. Los llevo hasta en el teléfono. Bueno, volviendo a Don Rodrigo, en esa ocasión, él usó la palabra “codicia”. En ese momento, me quedé en blanco porque de repente no recordé el término en inglés. Busqué a toda velocidad en el diccionario, encontré el término “greed” y saqué la tarea… Un instante después se volvió Don Rodrigo y me pregunta directamente a mí: “¿Cómo tradujo la intérprete la palabra ´codicia´?” ¡Yo casi me muero! Pude contestarle con un hilo de voz: greed… ¡Tal fue mi susto! Y él me contestó: “Excelente, esa era la palabra que quería”. Si yo no hubiera buscado precisamente esa palabra dos minutos antes, no habría podido contestar esa pregunta, habría hecho un ridículo y además habría quedado como una incompetente. Se habría puesto en duda todo mi trabajo por una palabra… Ese es tal vez otro consejo para una sesión de interpretación exitosa: nunca confiarse, porque ¡en cualquier momento salta la liebre!

 

 

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