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EL ARMA QUE ACABA CUALQUIER CONFLICTO

Cuando pensamos en conflictos armados, es inevitable no pensar en armas.

Se pelean con armas. Se ganan con armas. ¿Cierto?

 

Armas, armas, armas.

 

Una palabra que hemos escuchado desde siempre.

Una palabra que inmediatamente dibuja una imagen mental en nuestras cabezas.

Podría apostar que mientras leen, todos tienen la clásica arma de fuego en sus mentes.

¿O me equivoco?

 

Sin embargo, cuando se trata de un conflicto armado, existen muchos tipos de armas.

Y no hablo de las clásicas (ametralladoras, cuchillos, granadas, misiles, o cualquier otra en la que probablemente estén pensando mientras leen).

 

Hablo del idioma.

Sí, el idioma puede llegar a ser una de las armas más poderosas cuando se trata de un conflicto armado.

Así como una buena comunicación puede llegar a solucionar mucho más que una buena arma.

 

Pero, ¡qué difícil “hablar” cuando existe un conflicto! ¿no?

Si como humanos, ya nos cuesta comunicarnos.

 

Normalmente, la comunicación es todo un tema.

Entre parejas, con familiares, e incluso con grandes amigos.

En general, entenderse no es fácil.

Mucho menos si existe algún conflicto.

Y si a esto le sumamos la barrera del idioma, ¡todavía más difícil!

Y si encima agregamos diferencias culturales — Houston, we have a problem!

 

Es por eso que una buena y correcta comunicación en los conflictos armados es clave para lograr resolverlos.

De lo contrario, considero que puede llegar a causar más daño (o alcanzar más beneficios, dependiendo del caso) que cualquier arma.

 

Y si lo vemos así, aparece entonces en el panorama otro tipo de “soldado”.

Uno que ha sido entrenado para utilizar justamente este otro tipo de arma del que hemos estado conversando.

 

Este soldado, conocido por todos como traductor o intérprete, tiene una misión sumamente importante en los conflictos armados. Debe seleccionar cuidadosamente el enfoque, el tono, los matices culturales, y las palabras correctas para lograr un debido entendimiento de lo expresado entre las partes.

 

Debe ser objetivo y profesional.

Debe entender el contexto.

Debe conocer la cultura.

Debe ubicarse en tiempo y espacio.

 

No importa si se trata de interpretar en tiempo real o de traducir documentos, tratados, acuerdos o incluso correos electrónicos como parte de esa negociación.

 

Su misión es plasmar en otro idioma exactamente las mismas ideas que fueron expresadas originalmente, sin perder la intención y visión del autor, y evitando emitir cualquier juicio de valor u opinión propia.

 

Si lo vemos así, las palabras se convierten entonces en un arma poderosa y decisiva que puede llegar a definir si dos partes seguirán en conflicto o llegarán a un acuerdo.

 

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