¿Alguna vez se han preguntado cómo se traduce la palabra “ética”a diferentes idiomas?
Al inglés – Ethics
Al francés – Éthique
Al alemán – Ethik
Al polaco – Plłatki
Al sueco – Etik
La segunda, es un poco más compleja:
¿Alguna vez han pensado en el rol que juega la ética a la hora de traducir?
Es justo a este tema al que quiero dedicar esta entrada.
No sé si lo habrán notado, pero la palabra que arriba traduje como ética a polaco, realmente significa “cereal”.
Ahora, ¿se imaginan si escalamos este mismo truco o engaño a documentos legales? ¿O a un diagnóstico médico? ¿O a discursos políticos?
Los resultados llegarían a ser muchísimo más graves que en el caso de “cereal”.
Una simple palabra mal traducida en un documento o en un discurso puede tener un impacto enorme.
Mucho más aún si se hace a propósito y con fines mal intencionados.
Ahora bien, es importante que no confundamos la falta de ética con la falta de competencia.
Como hemos comentado en entradas anteriores, en el ámbito de la traducción es común toparse con documentos o proyectos con un grado de complejidad alto. Si estos casos caen en manos de un traductor o intérprete no profesional o poco experimentado, se podría fácilmente incurrir en errores comunes que alteren la esencia original del mensaje. Sin embargo, esto más allá de ser falta de ética, sería falta de competencia.
La ética tiene que ver más con el respeto al texto o idea de origen, el margen de los cambios para poder trasladar adecuadamente un mensaje a otro contexto (como en el caso de la localización), la objetividad a la hora de traducir y el no manipular o tergiversar textos o ideas a conciencia.
Para estar aún más claros respecto a este tema, incluyo aquí la definición diccionario según RAE de ambas palabras.
Traducción – Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra. Explicar, interpretar.
Ética – Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida.
Como ven, una vez que se entiende claramente el significado y lo que engloba cada una de estas palabras, se vuelve difícil pensar en que pueda (o deba) existir la palabra traducción sin la palabra ética.
Es imprescindible dentro de la buena práctica de traducir, el ser 100% éticos, SIEMPRE.
Claro, tampoco podemos dejar de lado que los traductores e intérpretes son al fin y al cabo, seres humanos.
Y como tales, tienen derecho a contar con sus propias creencias y valores. A tener sus propios estándares éticos y estar en contra de lo que dictan ciertos textos o ideas. Y aunque en la mayoría de los casos un traductor o intérprete profesional debería poder realizar una traducción correcta aún cuando su opinión sea opuesta a la expresada en el texto o idea, si siente que no puede mantener la objetividad está en total derecho de rechazar el proyecto. De hecho, en dicho caso sería esa la decisión correcta, éticamente hablando.
Y esto me lleva a mi siguiente punto. Se podría argumentar entonces que la ética no es algo que tenga que ver con una profesión específica, sino con el tipo persona que cada uno de nosotros es. Sin embargo, debemos estar claros de que existen profesiones en las que la ética juega un rol mucho más relevante, sobre todo si estamos hablando de fungir como el puente que une brechas lingüísticas y culturales alrededor del mundo.
Para concluir, les recuerdo el ejercicio del cereal al comienzo de esta entrada, y espero que más allá de haberles sacado una sonrisilla, lo recuerden como una manera de entender y dimensionar la gran importancia que tiene la ética para la profesión de la traducción.
LA TRADUCCIÓN Y LA ÉTICA – TAN INSEPARABLES COMO EL CEREAL Y LA LECHE
Quiero comenzar esta entrada con dos preguntas.
La primera es sencilla y puntual:
¿Alguna vez se han preguntado cómo se traduce la palabra “ética” a diferentes idiomas?
Al inglés – Ethics
Al francés – Éthique
Al alemán – Ethik
Al polaco – Plłatki
Al sueco – Etik
La segunda, es un poco más compleja:
¿Alguna vez han pensado en el rol que juega la ética a la hora de traducir?
Es justo a este tema al que quiero dedicar esta entrada.
No sé si lo habrán notado, pero la palabra que arriba traduje como ética a polaco, realmente significa “cereal”.
Ahora, ¿se imaginan si escalamos este mismo truco o engaño a documentos legales? ¿O a un diagnóstico médico? ¿O a discursos políticos?
Los resultados llegarían a ser muchísimo más graves que en el caso de “cereal”.
Una simple palabra mal traducida en un documento o en un discurso puede tener un impacto enorme.
Mucho más aún si se hace a propósito y con fines mal intencionados.
Ahora bien, es importante que no confundamos la falta de ética con la falta de competencia.
Como hemos comentado en entradas anteriores, en el ámbito de la traducción es común toparse con documentos o proyectos con un grado de complejidad alto. Si estos casos caen en manos de un traductor o intérprete no profesional o poco experimentado, se podría fácilmente incurrir en errores comunes que alteren la esencia original del mensaje. Sin embargo, esto más allá de ser falta de ética, sería falta de competencia.
La ética tiene que ver más con el respeto al texto o idea de origen, el margen de los cambios para poder trasladar adecuadamente un mensaje a otro contexto (como en el caso de la localización), la objetividad a la hora de traducir y el no manipular o tergiversar textos o ideas a conciencia.
Para estar aún más claros respecto a este tema, incluyo aquí la definición diccionario según RAE de ambas palabras.
Traducción – Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra. Explicar, interpretar.
Ética – Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida.
Como ven, una vez que se entiende claramente el significado y lo que engloba cada una de estas palabras, se vuelve difícil pensar en que pueda (o deba) existir la palabra traducción sin la palabra ética.
Es imprescindible dentro de la buena práctica de traducir, el ser 100% éticos, SIEMPRE.
Claro, tampoco podemos dejar de lado que los traductores e intérpretes son al fin y al cabo, seres humanos.
Y como tales, tienen derecho a contar con sus propias creencias y valores. A tener sus propios estándares éticos y estar en contra de lo que dictan ciertos textos o ideas. Y aunque en la mayoría de los casos un traductor o intérprete profesional debería poder realizar una traducción correcta aún cuando su opinión sea opuesta a la expresada en el texto o idea, si siente que no puede mantener la objetividad está en total derecho de rechazar el proyecto. De hecho, en dicho caso sería esa la decisión correcta, éticamente hablando.
Y esto me lleva a mi siguiente punto. Se podría argumentar entonces que la ética no es algo que tenga que ver con una profesión específica, sino con el tipo persona que cada uno de nosotros es. Sin embargo, debemos estar claros de que existen profesiones en las que la ética juega un rol mucho más relevante, sobre todo si estamos hablando de fungir como el puente que une brechas lingüísticas y culturales alrededor del mundo.
Para concluir, les recuerdo el ejercicio del cereal al comienzo de esta entrada, y espero que más allá de haberles sacado una sonrisilla, lo recuerden como una manera de entender y dimensionar la gran importancia que tiene la ética para la profesión de la traducción.
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